Opinión

Mientras el mundo descubre gas y petróleo, Argentina demora su potencial offshore

Por Gabriel Matarazzo (*)

Durante 2022, en distintos países del mundo, donde la exploración offshore es un proyecto crucial para el desarrollo energético, se lograron nuevos descubrimientos de petróleo y gas que entusiasman a los expertos.

Por ejemplo, en el Mar de Noruega, la petrolera británica Neptune Energy, junto con sus socios, anunciaron descubrimientos en el pozo de exploración Calypso. Se perforó hasta una profundidad de casi 3.500 metros con una plataforma semisumergible diseñada para entornos difíciles. Los estudios preliminares estiman entre 1 y 3.5 millones de metros cúbicos estándar de equivalentes de petróleo recuperables, lo que corresponde a entre 6 y 22 millones de barriles de petróleo.

En Malasia un total de 10 descubrimientos de hidrocarburos se consiguieron frente a las costas de dicho país, el doble que en 2021. Este exitoso trabajo perforatorio provocó una mayor participación en las rondas de licitaciones, en donde los inversores respondieron con firmeza a la petición de mayor financiamiento en exploración para este año.

Nigeria, por poner otro caso, está ofreciendo siete bloques petrolíferos en alta mar en su primera ronda de concesión a largo plazo (inversiones a 15 años), en un intento de aumentar la producción.

La cuenca de las costas de Nigeria forma la parte más oriental del margen de transformación ecuatorial de África Occidental, que se extiende por aguas a otros países, como Costa de Marfil. Una petrolera italiana, llamada Eni, encontró 2.500 millones de barriles de petróleo en el yacimiento de Baleine, precisamente frente a las costas de Costa de Marfil.

A principios del año pasado, la industria se sorprendió con los anuncios de dos importantes descubrimientos offshore en Namibia, en la costa del África del Sur. Shell anunció que encontró un volumen total de hidrocarburos en el yacimiento que alcanza los 1.000 millones de barriles de petróleo. El mismo entusiasmo generó el anuncio de Total, al descubrir que en un pozo llamado Venus-1, contenía, según sus estimaciones, 3.000 millones de barriles de petróleo.

Tal vez no estamos teniendo en cuenta lo que realmente significan estos descubrimientos. Primero, implica que encontrar crudo es solo la punta del iceberg de un hallazgo mucho más significativo que el que se puede observar a primera vista. Y segundo, la importancia del valor económico de un yacimiento que puede llegar, tal como está ocurriendo en el mundo, a los 1.000 millones de barriles de petróleo.

Si monetizamos ese nivel de oro negro a 85 dólares el barril, al precio actual, estamos hablando de una reserva con valor de 85.000 millones de dólares. El camino a tomar es bastante claro. Pero lamentablemente, Argentina todavía atraviesa sus idas y vueltas, su constante sombra de incertidumbre que no le permite avanzar en los trabajos exploratorios.

La política parece no tomar dimensión de lo que esto representa y lo fundamental que resulta para nosotros y para los trabajadores y trabajadoras del sector. Estamos en la primera línea defendiendo esta oportunidad que no solo tiene como beneficiaria a la industria petrolera, sino que se trata también de una chance clave para que el país obtenga una fuente genuina de divisas, al mismo tiempo que abastecería el mercado interno de forma sustentable.

Está de más decir que todas las exploraciones petroleras que enumeramos previamente han pasado por todas las instancias correspondientes en cuanto a los estándares de contaminación ambiental se refiere. Desde la Federación, hemos manifestado que esa también es una de nuestras preocupaciones y para eso se llevaron adelante las audiencias públicas.

Pero pareciera ser que solo en Argentina existen organizaciones ambientalistas internacionales y grupos de surfers, y no en el resto del mundo, donde estamos viendo las grandes oportunidades económicas que se están generando a partir de los nuevos yacimientos.

En el mismo sentido, estos proyectos podrían obtener en el mediano plazo una expansión sin precedentes en la producción de gas, que a su vez es una energía bastante limpia, si la comparamos con otros métodos actuales como el carbón. Es decir, ser líder en materia gasífera es una vía adecuada para la transición energética hacia fuentes renovables.

En febrero de 2022 aparecieron, de manera incomprensible, las primeras trabas judiciales al offshore en las costas de Mar del Plata, y recién el mes pasado la Cámara Federal de Apelaciones levantó la cautelar. El fallo fue contundente: al entender que las evaluaciones de impacto ambiental presentadas por los representantes de Equinor e YPF satisfacían cada uno de los reclamos, no hay motivo para seguir paralizando esto.

En caso de alcanzar resultados, los expertos estiman que se podrían producir 200 mil barriles de petróleo diarios, un rendimiento similar a la que actualmente genera YPF.

Eso lleva a una mayor inversión y a la apertura de una ventana de oportunidades con impactos positivos en la cadena de proveedores locales y en la generación de empleo, desarrollando, según las firmas involucradas, alrededor de 22.000 fuentes de trabajo directos para Mar del Plata, Bahía Blanca y las zonas aledañas. Tenemos grandes perspectivas en el offshore y el mundo nos está mostrando el camino.

 

(*) Tesorero de la Federación Argentina Sindical del Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASiPeGyBio).

 

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